La toxina botulínica es un medicamento que se inyecta para producir una parálisis o debilidad temporal de los músculos en los que se aplica. Su principal objetivo es disminuir o eliminar las arrugas que se forman con las expresiones faciales (como las de la frente o las conocidas «patas de gallina»). Además, permite modular ciertas expresiones (como la sonrisa gingival o la caída de las comisuras labiales) o incluso perfilar el cuello mediante el tratamiento de los músculos del platisma.
Existen varias marcas de toxina botulínica (siendo el Bótox la más conocida), pero todas funcionan con el mismo mecanismo de acción. Es importante aclarar que la toxina botulínica no es un relleno facial, no da volumen ni deforma la cara: su función es únicamente relajar los músculos que producen las arrugas.
Para mantener los resultados, se recomienda repetir la aplicación cada 4 a 6 meses. Cuando se inicia tempranamente (entre los 30 y 40 años), ayuda a prevenir la formación de arrugas permanentes.
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